
Bajo las escaleras dejando atrás mi sueño y las responsabilidades que me siguen siempre a todos lados, respiro profundo y siento ese nerviosismo de un quinceañero cuando hace algo que no debe, pero la motivación es grande, profunda… buscar un momento de introspección y de observación, miro desde lo alto el mar estrellado y su brisa que golpea a cada segundo las fachadas de la avenida, piso despacio, casi como flotando y entro a ese lugar lleno de cosas nuevas, otras no tanto…. La sensación es extraña, miro a lo alto y veo un montón de luces que pasan rápidamente frente a mí, imágenes que solo me identifican con la confusión que llevo en mi interior, de pronto todo se apaga y las miradas se dirigen al centro de ese salón, todo se vuelve silente y la acción se ralentiza casi como si fuera un maldita fantasía… esos cuerpos flotando cual ángel que con sus movimientos frágiles y serenos me llenan de paz por unos instantes… que pena que todo dure tan poco, el momento se quiebra, nuestros cuerpos caen en la burda abstracción del movimiento propio, repetitivo, simple, inconcluso… quizás este sea mi opio, mi droga, el ir y venir del que me siento esclavo… ahora el dolor se apodera de mis sentimientos, me siento sucio, vacío y ese vaho que entra por mi ventana y me entumece los pies me empuja a presionar y presionar con la ilusa intención de liberar mi corazón, sin efecto alguno… no siento sed, no siento el hambre, solo siento esta puta soledad y el encierro…estas cuatro paredes son testigo de mi displicencia, de mi falta de yo… punto suspensivo, no sé, que se yo, solo quiero gritar o algo así para desahogarme, cambiar la historia de mi vida… anhelo nacer de nuevo, dejar atrás mis errores, quizás me hace falta aprender y dejar de repetir… repetir una y otra vez ese viaje que me no me lleva más que a mi propia unción… solo mi muerte sellara mi dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por pasar y leer... tu cometario es bienvenido. Un abrazo, Jorge